A uno se le quitan las ganas de seguir…

Desde este sencillo blog he tratado con mayor o menor acierto de ofrecer mi visión de los mercados en cada momento a quien buenamente le pudiese interesar, sin ningún tipo de beneficio personal, sin publicidad, sin nada, con bastante trabajo y tiempo invertido, por puro gusto o afición. Creo que he estado a las duras y las maduras, intentando que mi visión técnica no se viese influida por el sentimiento o los vaivenes de mercado más o menos histéricos, que al fin y al cabo es en lo que baso gran parte de mi sistema. La gran bajada, por la magnitud y rapidez, me pilló de lleno, pero no deshice casi ninguna posición pues yo creo –hasta ahora- en mi sistema, y en plena vorágine bajista he tratado de mantener “mi visión” técnica del asunto en contra de la inmensa mayoría de analistas (yo no me considero analista, sino simple aficionado), foreros y demás calaña que frecuenta este mundillo tan peculiar; y creo que lo he argumentado sobrada y extensamente desde el punto de vista –mi punto de vista- técnico. Sea o no el acertado.

Pero hete aquí que de la noche a la mañana, cuando los mercados comienzan a mostrar una cierta estabilidad, cuando la histeria se atempera, cuando comienzan a verse posibilidades de subida -sea buena o no lo sea, esa es otra historia- surge el oportunismo de quien nos quiere descubrir el nuevo mundo, presentándonos de forma “didáctica” su “descubrimiento” con cuatro rayas mal trazadas, mostrándonos como panacea de lo que es “el nuevo análisis técnico” algo que está descubierto e incorporado al análisis técnico hace bastantes lustros. Recuerden: el análisis técnico basa su teoría en que los comportamientos humanos se repiten y en que ese comportamiento tiene un reflejo en el mercado (en los gráficos) por el gran componente psicológico del mismo. El mismo que en plena histeria bajista mandaba a todos los valores e índices a no-sé-cuantos-miles-de-kilómetros de distancia a la baja.

Y claro, ante tal “descubrimiento” de similitudes, siempre existe la clac ante la que lucirse, con cierto alarde de medios técnicos.

Es muy lícito aprovechar las ideas, gráficos… no sé, las visiones, si se pueden llamar así, de otros. También coincidir de modo simultaneo con la visión del otro. ¡Estaría bueno que lo que cualquiera escribe estuviese vedado a los demás, sin poder hablar de ello y enriquecido por las propias ideas! No, no es eso. Lejos de mi pretender una “competición” que al fin no nos llevaría más que a la estupidez. Es simplemente cuestión de honradez intelectual. Sólo eso.

A mi también me gusta hablar claro, Ator. Y conforme voy cumpliendo años cada vez más.